Crear espacios sin barreras es más fácil de lo que parece

Cuando me mudé a mi casa en Lugo hace unos años, lo primero que noté fue cómo el clima marcaba el ritmo de todo: la lluvia golpeando las ventanas, el viento colándose por las rendijas y esa humedad que parece meterse hasta en los huesos. Quería un espacio que me conectara con el exterior sin sufrir sus caprichos, y ahí fue cuando descubrí el poder de los cerramientos Lugo. No era solo cerrar un balcón o una terraza; era rediseñar mi hogar y mi vida, haciendo que cada rincón fuera más funcional, más bonito y, sobre todo, más mío. Lo que empezó como una idea práctica se convirtió en una obsesión por crear ambientes sin barreras, donde el dentro y el fuera se dan la mano sin pelearse.

La magia de los cerramientos está en cómo transforman lo que ya tienes sin necesidad de obras faraónicas. En mi caso, decidí cerrar la terraza trasera, ese espacio que antes solo usaba en verano porque el resto del año era un campo de batalla contra el agua y el frío. Opté por un sistema de vidrio templado sin perfiles, una tendencia que vi en una revista y que me enamoró por su elegancia discreta. El instalador, un tipo de Lugo con más experiencia que paciencia para mis dudas, me explicó que el vidrio debía ser de al menos 10 milímetros para resistir el viento que azota estas tierras, y que las guías tenían que ser de aluminio anodizado para no oxidarse con la humedad. El resultado fue un espacio que parece flotar, donde puedo tomar café mirando el jardín aunque llueva a cántaros, y la luz entra como si no hubiera paredes.

El estilo es tan importante como la técnica, y en Lugo, donde las casas mezclan piedra antigua con toques modernos, los cerramientos pueden ser un lienzo en blanco. Me inspiré en una vecina que cerró su porche con paneles correderos en negro mate, un look industrial que contrastaba con su fachada rústica y que me tuvo semanas dándole vueltas a mi propio diseño. Al final, combiné el vidrio con algo de madera tratada en el interior, porque quería esa calidez que el clima gallego a veces te roba. Los expertos locales me recomendaron acabados mates o texturizados para evitar reflejos molestos en días soleados, algo que no se me había ocurrido pero que agradezco cada vez que miro por la ventana y no me ciega el sol de invierno. Esas decisiones pequeñas hacen que el cerramiento no solo sea práctico, sino que hable de quién soy.

Pensar en el aislamiento fue otro punto que me obsesionó, porque en una ciudad como esta, donde el frío y la lluvia son compañeros fieles, no basta con que sea bonito. El técnico me habló de vidrios de doble cámara con gas argón, una solución que suena a ciencia ficción pero que mantiene el calor dentro y el agua fuera como por arte de magia. En mi negocio, una pequeña cafetería en el centro, usé un cerramiento similar para ampliar la zona de mesas, y ahora los clientes se quedan más tiempo porque no sienten ese aire helado que antes los espantaba. Es una inversión que se nota en la factura de la calefacción y en las caras de quienes disfrutan del espacio sin bufandas.

Lo que más me gusta es cómo estos cerramientos Lugo eliminan las barreras sin sacrificar nada. Mi salón se abre al patio con puertas plegables que desaparecen cuando las corro, y de repente tengo una sala doble para las cenas con amigos. En tendencia están también los techos móviles, que probé en casa de un colega y ahora sueño con instalar; imagínate abrir el tejado en una noche de verano y ver las estrellas desde el sofá. Esas ideas, que al principio parecían un lujo, resultaron ser más accesibles de lo que creía, y con un buen asesoramiento local, el proceso fue tan fácil que me pregunto por qué no lo hice antes.

Cada vez que miro mi terraza cerrada o paso por mi cafetería, siento que he ganado algo más que metros cuadrados. Es la libertad de usar mi espacio todo el año, de no pelearme con el clima y de darle a mi hogar un toque que mezcla lo práctico con lo bonito. Los cerramientos han cambiado mi forma de vivir en Lugo, y cada día que pasa me convenzo más de que abrir espacios sin barreras es el mejor regalo que me he hecho.