Mi madre es una gran cocinera, pero su verdadera pasión son los postres y las tartas, y los programas de cocina que salen en la tele le dan muchas ideas. Todos los años para las cenas y comidas navideñas un par de días antes empiezan las jornadas pasteleras en mi casa, para muchos de los postres utiliza nata nata montada ya comprada, pero también se puede montar la nata para cocinar manualmente pero da mucho más trabajo que comprarla ya montada. No hay que decir que los postres y tartas que hace tienen un éxito asombroso, hay alguna de las tartas que dura menos de quince minutos, por fortuna la tarta que me gusta a mí no le gusta a casi nadie y así puedo disfrutar de un trozo de tarta de postre después de la cena durante una semana, pero por desgracia eso dura solamente una semana al año.
Ahora las tartas de mi madre han ganado tal prestigio dentro de la familia que cuando alguien va a celebrar algo siempre le piden a mi madre que les prepare la tarta que más le gusta a cada uno, al final va a tener que pensar en abrirse una pastelería. Porque no a todos nos gustan las mismas tartas, cada uno tiene la suya favorita, pero hay que reconocer que todas están realmente muy buenas. La favorita de casi todos es una tarta llamada pay de limón, pero esa a mi no es que me encante, yo me dedico a la misma tarta desde siempre y es raro que me cambie a otra, ni por la tarta de la abuela.
Hasta los hijos de mis primos les piden a mi madre tartas para sus cumpleaños, pero eso sí, no sé lo que piensan los invitados de esos cumpleaños de las tartas, pero supongo que les gustarán, aunque no las aprecien como lo hacemos nosotros en casa.
Espero que mi madre no se aburra nunca de hacer tartas tan ricas, así el resto de la familia podremos seguir disfrutándolas durante muchos años más. Las fiestas de navidad no serían lo mismo sin las tartas de mi madre.