La impresión de Gran Formato flexible y rígido sigue en plena forma pese al auge de la publicidad digital y los hábitos de consumo de las nuevas generaciones. Este tipo de impresión no involucra sólo a formatos como las vallas situadas en autopistas o las lonas de fachadas de edificios, sino que también se utiliza en formatos de menor envergadura con idénticos fines.
Los beneficios por el uso de la publicidad en gran formato son múltiples. Por ejemplo, la cartelería de ciertas dimensiones es fácilmente visible desde casi cualquier punto en su área de visión, por alejado que esté. De ahí que sea un formato tan popular en avenidas, plazas, autovías, solares próximos a parques y jardines, etcétera.
Además, su efectividad superar en ocasiones a los anuncios display, las cuñas radiofónicas y otros formatos intangibles. La razón es simple: los vinilos, vallas y carteles permanecen más próximos al consumidor, ya sea a su entorno laboral o doméstico, de forma que su visión se integra en un contexto físico que, por consiguiente y según los estudiosos de la publicidad, influye de forma más directa sobre su decisión de compra o sobre su percepción de una marca.
Con todo, el uso de publicidad offline no supone cerrar la puerta a los canales online. En los últimos años se ha incrementado el empleo de códigos QR y tecnologías similares para ampliar las posibilidades informativas de los formatos impresos.
La recordabilidad, indispensable en el mundo de la publicidad, permite que el logotipo, productos, nombre de la marca, etcétera, permanezcan en la mente del consumidor durante más tiempo. La publicidad en gran formato demuestra ser más eficaz en el logro de esta meta.
Promocionar a gran escala una empresa o su cartera de productos o servicios da mucho juego a la creatividad de los responsables de la campaña publicitaria. Sobrados son los ejemplos de lonas y carteles de tamaño grande que han utilizado esta característica en su beneficio.