Exámenes 

En mi época se llamaba Ciencias Naturales o Naturaleza, ahora creo que se llama Conocimiento del medio. Ya se sabe con los planes de estudio en España, cada legislatura uno nuevo o una modificación del anterior. El caso es que a mí nunca me gustaron mucho esas asignaturas, yo siempre me declaré de letras, pero en el instituto no me gustaba suspender, así que trataba de trabajar también en las asignaturas menos interesantes para mí… pero no siempre.

Recuerdo aquella época en la que estudiábamos las partes del cuerpo. Tenía un amigo que estaba alucinado con todo eso. Bromeábamos con acabaría de médico o algo parecido y, efectivamente, terminó por especializarse, mucho después, en anatomía. Pero siendo un niño ya me hablaba de dónde estaba el esófago, cuál era el tríceps, o cuáles eran los huesos más largos del cuerpo. Pero yo no prestaba gran atención, hasta que llegaban los exámenes.

Nunca fui de copiar en los exámenes. Me parecía más trabajoso idear buenos métodos para copiar que estudiar. Pero creo que aquella época estaba un poco descentrado y no tenía muchas ganas de estudiar, así que me coloqué bien cerca de mi amigo el futuro médico para aquel examen sobre el cuerpo humano. Él quería ayudar, no había duda, porque días antes me había pasado su colección completa de videos de “Érase una vez la vida”. Yo vi el primero, que trataba sobre el sistema reproductor y demás, y me dije “buff, mejor paso”. 

Recuerdo el día del examen porque fue un verdadero desastre, uno de los más grandes de mi etapa estudiantil en el instituto. Ya nunca más se me olvidó dónde está el esofago. Pero cuando confundes eso con una parte del aparato reproductor masculino es que no has estudiado nada de nada.

Mi amigo trató de ayudarme en el propio examen pero nos pillaron. Le amenazaron a él y me di cuenta que no debía seguir por ahí si no quería que al pobre le acabara perjudicando. Me comporté como un parásito y me dije a mí mismo que no se iba repetir más.