A lo largo de mi vida he pasado por diversas fases económicas. No he conocido el extremo positivo de ser multimillonario, pero he tenido épocas de tener un considerable desahogo económico. El extremo negativo de dormir debajo de un puente tampoco lo conozco pero sí he estado a dos velas, como se dice vulgarmente. Pero no todo es tan ‘negativo’ cuando se vive con lo mínimo: una de los puntos positivos es que te obliga a afinar el sentido del humor…
Cuando vives con poco dinero o apenas puedes llegar a final de mes, las preocupaciones se reducen a eso, a llegar a final de mes para pagar las facturas (si tienes) y poder tener algo que llevarte a la boca el día 1 por la mañana antes de ingresar el sueldo mensual (si tienes). Como todas las preocupaciones se reducen a eso, aprendes a ‘pasar de todo lo demás’: que pierde tu equipo favorito, ¿a quién le importa?; que tu novia te deja, una fuente menos de gasto; que tus ingresos se reducen, pues aprendes a vivir con cuentas sin gastos…
Cuando vives a dos velas, cada céntimo cuenta. Empiezas a pensar en cosas que antes ni te pasaban por la cabeza: para qué voy a comprar una botella de agua si la del grifo está riquísima, para qué voy a comprar una ensalada ya envasada si es mucho más saludable las que yo hago, para que voy a coger el metro, si hace un tiempo estupendo…
Vivir a dos velas también es curiosamente positivo para la moda, y más en estos tiempos en la que no hay una sola tendencia, el pastiche de la moda actual beneficia a los semi indigentes como yo: me obliga a bucear en mi ropa vieja y a idear ‘conjuntazos’ de lo más fashion. Si encuentro unas camisas de franela de cuando Kurt Cobain, pues me convierto en un grunge durante unas horas, que tengo los pantalones rotos (no a propósito como los venden ahora, sino rotos del uso), pues salgo en plan casual y pasando frío en las piernas…
Con una cuentas sin gastos se vive mejor, lo mire por donde lo mire, vivir a dos velas solo tiene cosas positivas, ¿o no es he convencido?